jueves, 1 de agosto de 2013




RAFAEL APARICIO DE ARCOS

Rafael Aparicio de Arcos, nacido en el año 1893 (según se desprende de los archivos de la diputación provincial de Córdoba) o en el 1899 (según su partida de defunción), en Aguilar de la Frontera (Córdoba). Nació en el seno de una familia acomodada perteneciente a la alta burguesía local. Hijo de uno de los mayores contribuyentes, concejal electo, teniente de alcalde, alcalde y gobernador durante la Restauración por el partido liberal de Aguilar de la Frontera, Ricardo Aparicio y Aparicio y su madre Belén de Arcos.
                                       







Su padre, Ricardo Aparicio, fue el gran hombre del partido liberal en Aguilar y una de las figuras más destacadas de la provincia de Córdoba. Nacido en 1860 en la población valenciana de Enguera, muy pronto entró a formar parte de la más distinguida sociedad aguilarense. Su temprana vinculación con la política, hizo que tuviese una dilatada carrera política, llegando a ser edil del ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, alcalde, diputado en Cortes y gobernador civil de Badajoz, Granada y Alicante.
Muy pronto Rafael cursó estudios de derecho, al igual que su hermano José, e influenciados ambos hijos por su padre, se propicia el acercamiento de Rafael y José de forma muy directa a la política local y provincial.
De la mano de su padre, asume las directrices del partido liberal monárquico. En 1921 es nombrado alcalde. Rafael Aparicio será el último alcalde de la Restauración en Aguilar de la Frontera. En este cargo se mantendría hasta septiembre de 1923, año en que la llegada de la dictadura de Primo de Rivera pone fin al régimen de la Restauración y suspende la Constitución, disuelve las Diputaciones Provinciales, clausura los ayuntamientos, prohíbe los partidos políticos y declara el estado de guerra que durará hasta marzo de 1925.



Durante la dictadura (septiembre de 1923 a enero de 1930), Rafael abandona su anterior formación política y llevado por su sentido de la igualdad y su carácter renovador ingresa en el Partido Socialista Obrero Español.

Pronto, muy pronto, Rafael destaca como uno de los líderes y dirigentes de los socialistas locales, junto a José María León Jiménez, Antonio Cabello Almeda, Antonio Prieto Álvarez y Antonio García Márquez.


Tras la caída de la dictadura y durante el gobierno de transición de Dámaso Berenguer (enero 1930 a febrero 1931), se vuelven a constituir los ayuntamientos y las diputaciones. Los gobiernos de Berenguer y Aznar conllevaron una reactivación de la vida política y sindical, que nuevamente implicó la organización de partidos políticos y sindicatos, significando todo ello un mayor clima de libertades.
En este contexto general, en Aguilar asistimos de nuevo a la actividad permanente de grupos políticos republicanos y un movimiento obrero representado políticamente por el partido socialista y en menor medida por el partido comunista.

En 1930 Rafael Aparicio aparece ya incluido en la formación socialista de la primera corporación municipal de la Dictablanda en la que el día 26 de febrero de 1930 se nombra alcalde de la nueva corporación a Juan López Zurera representando a los mayores contribuyentes de Aguilar.
La nueva corporación municipal durará tan solo un mes y medio. Durante este tiempo Rafael forma parte de una comisión investigadora de la actuación económica de la anterior corporación municipal correspondiente a la dictadura de Primo de Rivera y encabezada por el alcalde Vicente Romero (1923-1930).



El día 6 de Abril de 1930 es nombrado por Real Decreto nuevo alcalde de Aguilar de la Frontera Alfonso Berlanga Cabezas. En el pleno celebrado el día 9 del mismo mes, Rafael Aparicio interviene y hace público el rechazo conjunto de los socialistas y republicanos ante la forma en que son constituidos los ayuntamientos. Constituida la Junta Conciliadora de los productos de la Tierra, Rafael Aparicio forma parte de ella conjuntamente con los concejales Francisco Prieto Prieto y Miguel Carretero y los patronos Francisco J. Tutón de Mena, José Maldonado Paniagua y Francisco Cabezas Carmona.

Esta corporación durará hasta el 6 de febrero de 1931, fecha en la que por primera vez en muchos años, el nuevo alcalde es elegido por votación del pleno. Rafael Aparicio asiste a dicha votación en representación del partido socialista junto a Eduardo Varo Pino, José Antonio Luque Cuenca y otros líderes destacados del socialismo aguilarense. Dos candidaturas concurren a esta elección: la del ex maurista José Ladrón de Guevara y Aumente, que representa a la oligarquía del pueblo, y la del socialista José Maria León Jiménez, líder de la agrupación socialista y presidente de la misma. La votación dará los siguientes resultados: José Ladrón de Guevara 10 votos y José Maria León Jiménez 7 votos.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, sirven de antesala para que el día 15 de abril de ese mismo año se nombre al radical (Partido Republicano Autónomo) José Jiménez Carretero primer alcalde de la II República en Aguilar de la Frontera. En estas elecciones Rafael Aparicio de Arcos fue el tercer socialista más votado (420 votos) tras José Maria León Jiménez (435 votos) y Antonio García Márquez (435 votos). José Jiménez fue elegido alcalde por 12 votos a favor y ocho en blanco. Rafael Aparicio es elegido en dicha sesión síndico junto al republicano Leoncio Mejías Carmona y en su intervención manifestó:

… he visto muy bien que los monárquicos voten en blanco la elección de alcalde y tenientes de alcalde, pues ello significa compenetración del triunfo de las izquierdas. Os pido a los concejales no os tengáis en cuenta rencillas personales, ni venganzas mezquinas y siguiendo el ejemplo dado por los ministros del Gobierno avancéis por la nueva senda abierta por el pueblo para coronar la cúspide del progreso, el triunfo de la paz.

El día 15 abril de ese mismo año el gobernador civil Antonio Jaén (Derecha Liberal Republicana) nombra una comisión interina de la Diputación Provincial. Varios días después se da paso al nombramiento de una Comisión Gestora, que queda constituida el 3 de mayo, continuando los nombramientos de en la misma hasta el mes de septiembre de ese año. La presidencia de esta Comisión recayó en el republicano José Guerra Lozano (Partido Republicano Autónomo), y su composición contaba con la presencia de diputados socialistas y republicanos.

En el grupo socialista se encontraban nombres tan significativos como: Juan Morán Bayo, Francisco Duque Iñiguez, Baldomero López Luque, Miguel Ranchal y Rafael Aparicio de Arcos.


El 27 de abril del 31, se crea la Junta Conciliadora de los productos de la tierra, de la que forman parte José Maria León Jiménez, Rafael Aparicio de Arcos y Leoncio Mejías Carmona, como concejales y Francisco Pulido Navarro, Antonio Manuel Pavón Carretero y Juan López Zurera como productores.
El día 1 de mayo de 1931, se celebró en Aguilar de la Frontera, la llegada por fin de la II República, convocando una gran manifestación, a la cual acudieron aproximadamente cinco mil personas, que recorrieron el pueblo dando vivas a la República.
Por la tarde en el Centro socialista se organizó un mitin en el cual intervinieron como oradores Rafael Aparicio de Arcos, el doctor Romera, Morán y Azorín.
A finales de julio de 1931, los socialista presentan una moción de censura al alcalde republicano José Jiménez Carretero, pidiendo en ella la dimisión del alcalde y reclamando la misma apelando a la aplastante mayoría obtenida en las legislativas de junio del 31. Rafael Aparicio, precipita los acontecimientos, enfervorizando a las masas reunidas en la sede socialista junto a Antonio Cabello Almeda, las dirige al ayuntamiento. Él mismo firma la petición de moción el día 27 de julio junto a otros dirigentes socialistas, solicitando una sesión extraordinaria. Su protagonismo en la misma es incuestionable. Con el apoyo de los concejales monárquicos logran sacar la moción adelante. El 30 de julio José Maria León Jiménez es nombrado nuevo alcalde socialista de Aguilar de la Frontera.

Se inicia así el comienzo de una nueva etapa presidida por primera vez por un socialista al frente de la corporación municipal en Aguilar de la Frontera. Los republicanos terminan disgregándose en dos grandes bloques, los radicales, los federales y los radical-socialistas. Rafael Aparicio toma posesión como diputado provincial el día 2 de septiembre de 1932, cesando en el mismo el día 9 de octubre de 1933.
En esta corporación surgió un conflicto motivado por la representatividad de los diputados, y detonado por la intervención gubernativa. En la Gestora de septiembre de 1932, el distrito de Montilla, quedaba sin representación, mientras que el de Lucena tenía dos representantes, los concejales de Aguilar y Lucena, uno de ellos socialista. Rafael Aparicio manifestó “que no era oportuno tratar de ese asunto en la comisión y que quien se considerase perjudicado, que interpusiese recurso”, con lo que se mantenía la doble representatividad por el distrito de Lucena, quedando Montilla sin representación.
Las elecciones de 1933 dan la victoria al republicanismo antisocialista con el triunfo neto de las fuerzas de la derecha española. Se iniciaba el bienio radical-cedista o bienio negro hasta el 15 de diciembre de 1935, fecha en la que se disuelven las segundas Cortes de la República. La inestabilidad política marcará este periodo, donde el radicalismo de las fuerzas políticas existentes dificultó cualquier logro positivo.
Rafael Aparicio de nuevo toma posesión como diputado provincial el día 2 de febrero de 1934. En la sesión de la Comisión gestora de la diputación provincial del 10 de Octubre de 1934 se propuso enviar un mensaje de adhesión a la República, felicitando al gobierno por su actuación acertada al reprimir con firmeza el movimiento obrero revolucionario (la llamada revolución de Octubre de 1934, movimiento alentado desde amplios sectores y dirigentes del PSOE y la UGT, la CNT y el PCE) producido entre los días 5 y 19 de octubre de 1934, y la actitud separatista de Cataluña.

El Gobernador Civil José Gardoquí, procedió a la destitución de dos diputados provinciales, los socialistas Rafael Aragón Aparicio -concejal de Aguilar de la Frontera- y de Francisco Azorín Izquierdo -concejal de Córdoba- por la no asistencia a la sesión del día 10 de octubre. El presidente de la Comisión Gestora, el radical Pablo Troyano, acató las órdenes superiores del Gobernador Civil, pero procedió a elogiar la labor de ambos diputados destituidos, desprovista de todo partidismo dijo y ausente de todo tipo de discrepancias en la sesión del 20 de octubre de 1934.
El día 15 de octubre de 1934, Rafael Aparicio de Arcos es cesado en su cargo como diputado provincial, en el que había permanecido 1 año y 10 meses. Durante todo este tiempo fue Jefe de Negociado del Cuerpo de Estadística. Formó parte de la Comisión de Hacienda. Fue nombrado visitador del Hospital de Agudos y representante de la Diputación en el Patronato de Formación Profesional de Córdoba y en el Patronato Granja Escuela Práctica de Agricultura.
Durante el bienio negro se legisló para paralizar las reformas emprendidas en el bienio anterior especialmente la Ley agraria y la legislación socio-rural. Nacida la CEDA de la coalición de derechas, en noviembre del 1933 protagonizó el enfrentamiento institucional y político.
Desde octubre del 34 a febrero de 1936, se sucederán una amplia variedad de gobiernos hasta la victoria del Frente Popular. En el verano de 1935 la situación era crítica. Acción Popular negaba sistemáticamente el diálogo a las izquierdas, y la Falange ya hablaba de guerra civil. La derecha se debatía entre la vía de la legalidad y la de la violencia.
Al igual que Rafael Aparicio en la diputación provincial, el socialista José Maria León Jiménez será suspendido a consecuencia de los sucesos de Asturias en el 34 de su puesto de alcalde y concejal; dicha suspensión alcanza también a todos los concejales socialistas y republicanos de la corporación municipal. Son sustituidos por una Corporación dirigida por el radical Miguel Leiva Jiménez, que tomará las riendas de la política local hasta enero de 1936. A partir de ese mes y tan solo hasta el 16 de febrero de 1936 lo hará Alfonso Berlanga. Tras las elecciones de febrero de 1936, que darán la victoria al Frente Popular en Aguilar (4.250 votos frene a 1.900 de las derechas), todos los cargos suspendidos en 1934, serán reintegrados nuevamente a sus puestos.
La victoria masiva del Frene Popular hizo que las derechas se aprestasen a derribar el orden constitucional republicano por la violencia de las armas. Las sucesivas reformas republicanas apartaron del poder a una oligarquía de terratenientes y caciques que temió verse desposeída del poder financiero y económico.
El golpe militar del 18 julio de 1936, en Córdoba, tuvo una trama en la que participaron fuerzas políticas que representaban ciertamente a un determinado sector social y que finalmente recibieron apoyo militar. La derecha llevó el protagonismo político y los falangistas, tradicionalistas y los seguidores de la doctrina de Calvo Sotelo constituyeron la vanguardia civil de la sublevación. Cuando se consumaron los hechos, se les unieron la CEDA, los progresistas de Alcalá Zamora y los radicales de Lerroux.
Desde los primeros días del triunfo del Frente Popular se conocía en Córdoba los preparativos del Golpe Militar, el llamado Movimiento. Los oligarcas cordobeses habían mantenido enlaces. José Cruz Conde, ex alcalde en la dictadura de Primo de Rivera había traído de Madrid órdenes directas de Calvo Sotelo, y celebró reuniones clandestinas en casa de un amigo de Queipo de Llano, el que después sería presidente de la Diputación Provincial, Eduardo Quero Goldoni.
Córdoba capital quedaba bajo control del ejército sublevado el mismo día 18 de julio de 1936, ese mismo día fueron ocupados las principales instituciones.
Los grandes terratenientes, los grandes caciques arrendatarios, capataces y administradores de fincas, toreros, abogados y médicos de familias latifundistas, los componentes de los Círculos de Labradores y la Cámara Agrícola, junto a las organizaciones patronales, la gran burguesía patronal y comercial, integrantes del Círculo Mercantil, de la Cámara de Comercio e Industria y del Círculo de la Amistad, así como los oficiales de Artillería y de la Guardia Civil, más los militares retirados, prestaron su rápido apoyo a la sublevación, ocupando muchos de ellos puestos muy destacados en la nueva situación en cuya conspiración habían participado.
En Aguilar de la Frontera, la situación fue inestable durante dos días. El 19 de julio de 1936, el teniente de la Guardia Civil, Sebastián Carmona y Pérez de Vera proclama el bando de guerra y el día 20 toma posesión del Ayuntamiento. El día 27 de julio la autoridad militar competente de Córdoba nombra alcalde-presidente de la Comisión Gestora de Aguilar, al general retirado de la armada José Carrillo Carmona.
A partir de este día todos los dirigentes políticos, obreros, campesinos y líderes sindicales que tuvieron responsabilidades y defendieron la Republica serán perseguidos, detenidos y fusilados. Pocos, muy pocos muy pocos escaparon a la muerte, al exilio o a la prisión. De Rafael Aparicio de Arcos, no podemos afirmar si se encontraba en Córdoba cuando fue detenido o la misma se practicó en Aguilar y posteriormente fue trasladado a Córdoba, como ocurrió con muchos otros. Su detención se efectuó a mediados del mes de agosto del 36. (Ningún rastro dejó en la prensa local de la época, muy dada por entonces a hacer públicas las detenciones realizadas en personajes con antecedentes relación republicanos). Rafael Aparicio sería fusilado en Córdoba en la madrugada del día 17 de agosto de 1936… sin que conste la hora, ni el sitio ni cementerio donde se le diera sepultura a consecuencia de los sucesos actuales, según su partida de defunción.
De nada sirvieron las numerosas gestiones de su padre Ricardo Aparicio y Aparicio para que no se llegase a tal desenlace. Nos consta que estas fueron realizadas al más alto nivel ante las autoridades políticas y militares del nuevo orden surgido del golpe de estado. Posiblemente la familia realizase en esos días peticiones de clemencia al máximo instigador del golpe en la capital y en la provincia, el gobernador militar Ciriaco Cascajo Ruiz, que controló Córdoba desde el mismo día 18 de julio caracterizándose dicho control por la aplicación de una feroz represión.
Las mismas peticiones de clemencia posiblemente también fueran realizadas por parte de su hermano José Aparicio de Arcos, abogado, propietario, y presidente de Acción Nacional y posteriormente de la CEDA en la localidad de Aguilar de la Frontera, que a lo largo de los años siguientes sería nombrado Juez Instructor Militar Especial, de muchos de los procesos judiciales llevados a cabo contra los detenidos de izquierdas.
La inscripción en la Registro Civil de Córdoba de la muerte de Rafael Aparicio se practicó el día 20 de Noviembre de 1937. Al igual que en el caso del alcalde José Maria León Jiménez, fue fusilado, sin juicio, sin sentencia, sin ninguna garantía procesal y la aplicación directa del bando de guerra fue el método utilizado para justificar la ejecución. Se le condeno a muerte solo por pertenecer a un partido de izquierdas, sin comprobación previa documental, realizada con posterioridad a la ejecución como en el caso de José Maria León.

Dos meses más tarde de su muerte y posiblemente para poder documentar el posterior expediente instruido para su inscripción en el registro civil, se recibía un escrito de fecha 10 de octubre de 1936 procedente de la Guardia Cívica de Córdoba dirigido al alcalde de Aguilar “a efectos de justicia ruego a Vd., se sirva manifestar a este, el Partido Político a que perteneciera el que fue Concejal de ese Ayuntamiento en el año mil novecientos treinta y tres, D. Rafael Aparicio”.
Al mismo el Ayuntamiento respondía el 14 de octubre de 1936: “De conformidad con cuanto me interesa en su atento escrito de fecha 10 de los corrientes tengo el honor de manifestar a Vd., que de los datos existentes en esta Corporación, Don Rafael Aparicio de Arcos, Concejal que fue de este Ayuntamiento en el año 1933, aparecía afiliado al partido Socialista”.
La tragedia por la muerte de su hijo, acompañó a Ricardo Aparicio hasta los últimos días de su vida.

Autor/a:  Rafael Espino Navarro